¿Por qué sentimos dolor crónico?
Durante siglos, el ser humano ha intentado dar respuesta a la pregunta ¿qué nos hace sentir dolor? o ¿porqué sentimos dolor? Y no tiene fácil respuesta. Hasta ahora, sabemos que el dolor es como una señal que nuestro cuerpo nos manda para avisarnos de que algo no funciona correctamente. Cuando tu cuerpo sufre algún tipo de lesión, los nervios envían un mensaje desde la médula espinal al cerebro para informar sobre lo que está pasando, y el cerebro te hace sentir esa sensación.
El dolor, por tanto, es un mecanismo que nos avisa para que nos protejamos de un daño mayor. Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones también puede dificultar la realización de tareas de nuestro día a día, así como nuestros movimientos habituales. Quizás esto sea lo más significativo del dolor, que sea capaz de alterar nuestro estilo de vida y modificar nuestras relaciones, nuestra actividad laboral y nuestra independencia.
El problema de este mecanismo biológico es que en ocasiones nuestro propio sistema de alarma falla y emite un aviso innecesario, porque la alarma del dolor puede llegar al cerebro, aunque no existan lesiones aparentes. A pesar de ello, el motivo más habitual por el que sentimos dolor físico es cuando actúa como señal de alarma para detectar una lesión o una enfermedad en nuestro cuerpo. Cuando el dolor se manifiesta en nuestro cuerpo pueden darse dos escenarios: el primero es que el dolor dure unas horas y se pueda aliviar mediante los analgésicos habituales; el segundo es más preocupante, ya que sería cuando el dolor es especialmente agudo, severo, recurrente y constante. En este segundo caso es cuando la alarma del dolor se dispara y no se puede identificar el motivo, es en estas circunstancias cuando el dolor es realmente eficaz porque nos avisa de un problema importante en nuestro cuerpo al que hay que buscar una solución antes de que se convierta en dolor crónico.
El dolor crónico
Como es lógico, el principal problema lo encontramos en los dolores que deberían desaparecer, pero no lo hacen. Aunque no existe un motivo específico que provoque que un dolor agudo sea considerado crónico, si el dolor ha durado mucho más de lo que se esperaba cuando comenzó podemos considerar que es un dolor crónico. Este dolor actúa como una herramienta de protección en los seres humanos, ya que tiene el objetivo de ayudar a evitar futuras lesiones o situaciones de riesgo y, además, protege la zona afectada mientras se recupera. El verdadero conflicto en este sentido es que si no se aplica el tratamiento adecuado a tiempo puede convertirse en crónico.
Según estiman los últimos estudios realizados al respecto, uno de cada seis españoles sufre un dolor de estas características. Esto supone que un 17% de la población, seis millones de españoles en términos absolutos, se ve afectada por una enfermedad que no se adscribe a ninguna especialidad médica y que, por tanto, suele asumir la atención primaria. El problema de esto es que un elevado porcentaje de personas que sufren dolor crónico quedan incapacitadas para trabajar, añadiendo de esta forma la pérdida del nivel económico al problema. En este sentido, la Asociación Sociedad Española de Dolor (SED) afirma que “si el tiempo pasa y no se mejora, las personas tienden a hacerse introvertidas y deprimirse, lo cual sólo aumenta la soledad y el aislamiento social”. Es una consecuencia nefasta de una enfermedad mal enfocada.
Como asegura José Miguel Esparza Miñana, especialista en tratamiento de dolor cofundador de la unidad de dolor UDO Valencia, alrededor del 75% de las consultas del médico de Familia tienen relación con el dolor. Además, según datos de la SED, la Atención Primaria soporta la mayor parte de la carga de pacientes con dolor crónico. Más en concreto, el 83% de los pacientes con esta enfermedad se atiende en este nivel asistencial.
Por ello, desde UDO realizamos una atención especializada en consulta para el tratamiento del dolor crónico. ¿Cómo combatimos el dolor? Utilizamos un algoritmo terapéutico en escalera. Los escalones más bajos y los primeros por donde vamos a pasar corresponden a las técnicas más sencillas y menos invasivas. Progresivamente, vamos subiendo peldaños en esta escalera incrementando la complejidad de las técnicas y el grado de dificultad hasta conseguir alcanzar un adecuado control del dolor.
Otro apunte a tener en cuenta es que el dolor que pueden sufrir las personas teniendo la misma enfermedad o lesiones similares puede variar mucho. Frente a esto, la SED asegura que “algunas personas parecen más predispuestas al dolor, mientras que otras parecen ser inmunes”. Estas diferencias pueden ser las consecuencias de la educación o la cultura de cada persona. Pero a pesar de ello, existen cada vez más estudios que aseguran que la respuesta al dolor tiene mucha relación con nuestra genética.
Cómo combatir el dolor
Para combatir el dolor crónico, la SED recomienda que, si tras un diagnóstico o tratamiento el dolor persiste más de cuatro semanas y no responde a los tratamientos aplicados, lo mejor es acudir a una unidad de tratamiento de dolor: las unidades del dolor han sido establecidas en los últimos años para atender las necesidades de las personas que sufren dolor crónico. En estas unidades, los pacientes son tratados por profesionales de la salud y expertos en problemas de dolor crónico severo. En UDO ofrecemos este tipo de servicios que puedes consultar aquí. En los últimos años, se han desarrollado diferentes técnicas muy precisas que permiten actuar directamente sobre el foco del dolor de la forma más eficaz posible, y este es el camino que se debe seguir para combatir esta lucha contra el sufrimiento.
En definitiva, el hecho de sentir dolor es bueno y necesario para el ser humano ya que sirve como mecanismo de alarma para un posible mal mayor que puede derivar de ese primer dolor. Sin embargo, cuando el dolor se prolonga en el tiempo y se convierte en crónico es cuando hay que plantearse cómo hacerle frente con métodos más allá de los habituales para evitar que termine provocando problemas más importantes.